La civilización creto-micénica tuvo una gran extensión, abarcando Grecia, las islas del archipiélago de las Cícladas, las islas de Rodas, Samos, Chíos, Lesbos y las costas occidentales de Asia Menor. Gracias a esta ubicación privilegiada, esta cultura fue muy rica en su arte, considerándosele como el preludio del gran arte griego.
En la arquitectura egea, podemos considerar dos zonas: la cretense, representada sobre todo por los palacios, y la micénica, ejemplificada por el mégaron.
El palacio cretense se hallaba formado estructuralmente por conjuntos de dependencias, a lo largo de pasillos de hasta 100 metros de longitud, situados de manera asimétrica en torno a un patio central. Curiosamente, al contrario de los griegos, los cretenses fueron poco aficionados a la simetría. Sin embargo, estos palacios se pueden considerar el antecedente del templo dórico griego, pues los elementos arquitectónicos de éste remiten a aquél.
El mégaron fue un tipo de vivienda con diferentes usos: de carácter civil, para celebrar actos religiosos, etc. Estaba formado longitudinalmente por una sala sostenida por cuatro columnas y en cuyo centro se halla el hogar.
sábado, 16 de mayo de 2009
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